Cartas De Cyrano ( I )

domingo, 17 de febrero de 2008





Desde algún lugar del mundo.

Estimada “Dama Azul”:

Finalmente me decido a lanzar esta piedrita a su ventana, con la secreta esperanza de que el azar y mi estrella me acompañen, y se asome usted por un momento, así no sea más que por mera curiosidad…

Siempre resulta curioso pensar cómo las cosas pueden ordenarse, o desordenarse mas allá de todo lo concebible. Quizás ahora que usted lee estas líneas se halla cómodamente sentada, con una bebida a mano, abanicándose para espantar el calor. En cambio yo ahora me he puesto un abrigo, porque ha refrescado, y llueve mansamente, y las Variaciones Goldberg, y la madrugada. O tal vez para usted es la tarde de otro mes que éste en el que escribo, y mi futuro es su presente y ahora usted se recuesta con este pliego en sus manos, y yo camino un parque o leo un libro.

También puede ser que usted no guste de proceder metódicamente y ha comenzado a leer desde mi firma hacia arriba, como quien sube una escalera de espaldas y descubre que existe un lado oculto de las cosas. (Haga la prueba con cualquier escalera exterior. Piense que muy poco antes, la última vez que trepó esa escalera de la forma usual, el mundo de atrás quedaba excluido por la vista de la escalera misma. Pero basta con subir esa escalera para atrás, y verá cómo todo un mundo nuevo, antes abolido por el método y la costumbre, aparece como nacido en ese instante). En cambio si su mirada esta posada en este mismo renglón, estará trepando un peldaño agregado por mi mano indecisa poco antes de enviar esta misiva…( * )

Juegos del azar.

Yo desperté esta tarde de una necesaria siesta y cuando me dirigía a comprar víveres descubrí una nota introducida por debajo de la puerta. Era de un amigo cercano. Tenía apenas dos renglones. “La encontré. Es ella”, y luego una dirección, ésta que ahora utilizo en este intento de acercarme a usted. De nuevo, la trama de un travieso azar me pone en las manos la punta de un cordel (pienso ahora en un mito, una Desdémona, un Otelo, un Minotauro). ¿Y a dónde, a quién me llevará?

Juegos.

Si ha llegado hasta aquí (sea que haya empezado desde el encabezado, o desde mis señas) intuyo que está tentada a asomarse a la ventana y ver quién anda en su jardín arrojando guijarros a su ventana.

“¿Y quién golpea a mi ventana?”, pensará usted. “Es ella. La encontré”.

De nuevo las piezas de un puzle que mezcla formas, que inventa coincidencias y en una nube dibuja un caballo alado.

Pero ciertamente se hace preciso que tenga usted al menos una referencia. Por discreción y también travesura, voy a dejar en suspenso mis datos curriculares, que irán siéndole revelados cuando alguna situación lo requiera, o su curiosidad los haga necesarios. Mientras tanto le solicito acepte nombrarme, simplemente, Cyrano.

Hace un rato (unos minutos para usted, un par de horas para mí) escribí “mi estrella”. Es notable que su dirección contenga el color azul. Desde siempre me ha gustado ese color… (Cielo – azul – estrella – azul- cielo). Y quizás sea cierto que mi amigo ciertamente tiene esos poderes que tantas veces se atribuye. Y acaso… ”Es ella. La encontré”…

La invito, Dama Azul. Asómese a su ventana. Ese sonido que escucha no es un pajarillo ni un gato juguetón. Tiéndame usted la punta de un ovillo. Desenredemos el azar, inventemos una estrella y que el azul que es cielo nos preste por un rato las alas. Sin método, sin formulas. Arrimándose. Ahí viene un juego con espacio para dos. ¿Nos subimos, o lo dejamos pasar?

Desde algún lugar,
Atentamente,
Cyrano.


( * ) Paráfrasis sobre un audio de Julio Cortázar

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